El Consejo General de Economistas (CGE) pide que la universidad española se asemeje más a la de otros países europeos. Para conseguirlo, han presentado un documento con propuestas de mejora que debería contemplar la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario. La presentación de este documento se ha realizado en el marco de una conferencia sobre la situación de la universidad en España en la que han participado Martí Parellada y Luis Garicano.
El CGE señala que la magnitud de dinero que reciben las universidades españolas en comparación a las de otros países europeos y de la OCDE es muy inferior. En esta línea, afirman que «la contribución que realizan las universidades, en la formación de capital humano o en la actividad de investigación y transferencia, determina, de manera muy relevante, el desarrollo económico y social de los países». Pero esta importancia del sistema universitario español parece pasar desapercibida para las administraciones públicas, central y autonómicas, y de ahí su escasa financiación.
El Consejo General de Economistas también ha señalado el marco legal en el que las instituciones desarrollan sus actividades. Necesita dotarse de las líneas idóneas para llegar a constituir una «importante palanca para potenciar la contribución de la universidad española a la economía y al conjunto de la sociedad». De hecho, el Consejo apunta que los niveles de autonomía en materia de financiación y de política de recursos humanos que gozan las universidades españolas son bastante inferiores a las de aquellos países europeos calificados como referentes.
Asimismo, otra de las ideas que apuntan los economistas para la redacción del nuevo documento es el papel de la Unión Europea en materia universitaria. A pesar de que la universidad es una competencia de los estados miembros, las iniciativas de la UE para impulsar un marco legal lo más común posible entre las instituciones de enseñanza superior en Europa que reduzca las diferencias que introduce la preeminencia de los marcos regulatorios nacionales es una tarea que, desde la aparición del proceso de Bolonia, «no ha hecho más que acentuarse».
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