La Formación Dual Universitaria (FDU) cobra cada vez más importancia tanto en las universidades catalanas como en el conjunto del sistema universitario español. La formación dual se caracteriza por integrar el aprendizaje académico con la experiencia laboral real e implica una colaboración activa en el diseño y desarrollo del currículum entre la universidad y la empresa garantizando que los contenidos formativos estén alineados con las necesidades actuales del sector productivo. Este modelo fue el foco de análisis en un encuentro organizado por El Periódico el pasado 26 de mayo en el Recinte Modernista de Sant Pau (Barcelona), donde representantes de instituciones y empresas debatieron sobre los retos y oportunidades que ofrece la FDU.
Entre los temas destacados se abordó la necesidad de diferenciar con claridad este modelo de las prácticas curriculares tradicionales, así como la urgencia de establecer criterios de calidad compartidos entre universidades y empresas. También se puso el foco en la desigual implantación territorial del modelo, los desafíos para su expansión en titulaciones menos orientadas al mercado laboral, y el papel de la formación dual en la cohesión social y el desarrollo económico sostenible.
En este contexto, Joan Corominas, presidente de la Comisión Académica de la CCS y del consejo social de la UB, destacó que “la Formación Dual Universitaria tiene la mejor empleabilidad de los estudiantes”. Para ello, es imprescindible “aproximar la formación a las necesidades reales del mercado” y, como mediador entre el tejido productivo y el académico, se ofrecía a “ayudar a ajustar esta formación y reforzar el link entre universidad y empresa, hay que acercarles”. Aunque es necesario que esta incorporación de la FDU sea ordenada y de calidad.
Por otra parte, se trató la cuestión de la falta de financiación que sufren las Universidades, según explicó Corominas, “hay que trabajar para que la universidad lo vea con tranquilidad y no como un problema”. Implantar programas duales implica una serie de costes adicionales tanto para universidades como empresas, por ello es necesaria más financiación para que la FDU pueda desarrollarse con garantías de calidad, equidad y sostenibilidad.
“Patronales y sindicatos deben definir qué tipo de grados necesitan de manera que la formación que damos a los alumnos sea lo que la sociedad demanda, tiene que ser un Win to Win para todas las partes”, añadió Corominas.
Asimismo, la FDU podría plantearse como una mejora de experiencia para todas aquellas empresas que ya han formado parte de proyectos duales. Sería interesante reconocer a las empresas que participan en la FDU con un sello específico que les permitiera reforzar su imagen de marca y responsabilidad social corporativa.
Cabe destacar que los Consejos Sociales actúan como nexo entre universidad y sociedad, por lo que es su responsabilidad promover y asegurar que la actividad universitaria responda a las necesidades socioeconómicas de la sociedad. Por ello, desde la CCS se ha trabajado en esta línea a través de informes, seminarios y colaboraciones con diferentes instituciones como la Fundación Bertelsmann o la Universidad de Mondragón. Esta tarea ha resultado clave en la sensibilización y concienciación de los consejos sociales sobre las posibilidades de la FDU y para acompañar a las universidades en los primeros pasos hacia su implantación.
La jornada comenzó con la intervención la directora general de Universitats de la Generalitat de Catalunya, Victòria Girona. Continuaron el debate Clara Bassols, directora de la Fundación Bertelsmann y Miquel Vidal Espinar, vicerector de Política de Qualitat de la Universitat de Barcelona. La mesa prosiguió con las intervenciones de Silvia Miró, directora del Área de Treball de PIMEC y Xavi Moreno, director de Recursos Humanos de bonÁrea en Lleida; y concluyó con las palabras de M. Eugenia Gómez, directora de Talento y Organización de Sorigué.